Durante la apertura del nuevo Parlamento Argentino la Presidenta de ese país, Cristina Fernández, recibió un prolongado aplauso con los parlamentarios puestos en pie cuando le dio las gracias a Baltasar Garzón, invitado especial del gobierno de Argentina a la ceremonia. Le dio las gracias por su ayuda imprescindible para perseguir judicialmente a los militares golpistas, culpables de la muerte y el exilio de muchos miles de argentinos y a quienes los políticos y los jueces de su país no se habían atrevido a procesar, no se habían atrevido a pedirles responsabilidades por tanta muerte y miseria. En el mismo acto se recordó la persecución a la que Garzón sometió al dictador chileno Pinochet y que también resultó crucial.
Mientras tanto en España se le expulsa de su profesión y es insultado por otros jueces, ávidos de venganza, que le reprochan su afán de protagonismo. Aunque en realidad la muy conservadora y muy politizada judicatura española le pasa factura por destapar el gran escándalo de corrupción que es la trama Gurtel y por atreverse a abrir una investigación contra los crímenes del franquismo, demasiado atrevimiento. Pero no olvidemos la parte de responsabilidad que corresponde a unos cuantos jueces cercanos al PSOE que todavía no le perdonaron lo de los GAL.
Una vergüenza para este país que se procese por intentar perseguir crímenes contra la humanidad al juez que fue clave en la lucha contra ETA, contra el narcotráfico, contra los delitos de cuello blanco, contra las mafias instaladas en España y contra la corrupción. Una vergüenza que el juez Garzón tenga que dejar la judicatura por la puerta de atrás a causa de venganzas políticas e inquinas personales. Vergonzoso, lamentable y, sobre todo, muy malo para la justicia y la democracia en España