Como parte de las celebraciones del tercer aniversario del blog, hoy incluimos un relato escrito por mi sobrino Javier Guerrero que presento el año pasado a un concurso literario y cuya acción se sitúa en el café Dindurra.
En el café Dindurra de
Gijon de este mayo de 2073 todo se respiraba como cualquier tarde de domingo en
un lugar así, entre los grupos de señoras que pasaban interminables tardes ante
un café, un hombre de rostro sereno se sentaba al fondo de la sala. Sus ojos se
hallaban perdidos entre las palabras que la tinta había grabado en aquella hoja
de papel que tanto miraba, no sin cierta tristeza, mientras esperaba a su
invitado. “Café Dindurra” se repetía. “Cuanto me habló él de éste lugar”.
Mientras todas estas
reflexiones cruzaban su cabeza, la silueta de un hombre joven se acercaba a
ritmo acompasado por las encantadoras calles del centro. En su mano, una
libreta; su fiel compañera, que portaba como si todos los secretos del universo
estuvieran escritos en sus hojas y temiera perderlos. Pronto se detuvo frente a
las puertas de aquel antiguo café, que seguía igual que a principios de siglo,
como si el tiempo se hubiese congelado.
Sus ojos se movieron con
precisión en busca de un rostro que encajara con la descripción de la persona a
la que buscaba, la persona a la que debía entrevistar como buen periodista que
era. Antes de dar un paso abrió aquel cuaderno al azar y su estilográfica dejó
caer una lluvia de pensamientos… “5 de Mayo, Gijón, el Café Dindurra y este
anciano… ¿Qué tiene esto en común? Muy fácil, la respuesta es Javier Guerrero,
el conocido escritor.”
…
A medida que preguntas y
respuestas comenzaban a surgir, las palabras cubrían una página tras otra llenándolas
de historias, de vida. Lo que empezó siendo una simple entrevista se estaba convirtiendo
en algo más. El joven periodista pronto dejó de estar allí solo por obligación,
empezó a sentirse fascinado, y su entrevistado, a cada pregunta revivía un
nuevo y emocionante recuerdo que llevaba mucho tiempo durmiendo en su cabeza de
anciano.
Miró con cautela dos mesas
adelante, en las que un hombre se encontraba totalmente inmerso en la lectura
de una novela, y, a pesar de que su vista era la propia de la edad de setenta y
ocho años, aquella portada era imposible de olvidar.
Le hizo un gesto de
complicidad a su entrevistador, quien entendió perfectamente el mensaje: estaba
leyendo uno de los libros de “esa persona” que les había llevado allí aquel día.
Recordó algo que, tiempo atrás, su amigo Javier, le había dicho y lo compartió:
“Un libro tiene dos historias: aquella que está escrita sobre el papel y la que
envuelve al libro, que, en ocasiones, es incluso más fascinante que la propia
novela”.
Esas palabras resonaron en su
cabeza como si su amigo ausente las hubiera pronunciado allí mismo, y un largo
y triste silencio se apoderó del café en el que ya eran los únicos clientes en
una noche fría y melancólica. De pronto, el joven periodista dejó de lado su
libreta olvidándose del reportaje y empezó a vivir aquella historia, que
incluso los camareros intentaban escuchar con poco conseguido disimulo.
Tráeme otro café- Dijo el anciano – Lo necesitaré si quiero terminar.
La “otra” historia de aquel
libro era la historia de su amigo Javier, el famoso escritor cuya vida había
acordado contar al joven periodista.
Javier siempre había soñado
con escribir. Con tan solo 13 años, ocurrió algo realmente decisivo, aquella
oportunidad: en 2010, un prestigioso concurso de jóvenes talentos, en el que
puso todas sus esperanzas. A partir de ahí su mundo cambió, escribió cantidad
de relatos que, hoy en día, se llegaron a considerar grandes obras. Toda su
ilusión, su energía, sus ideas estaban depositadas en ese concurso, durante
unos meses ese fue para él el mismo centro del universo.
Tenía muchas ideas pero ninguna
le parecía lo suficientemente buena.
Lo que para otros era una una forma de subir nota en Lengua y Literatura para él era la llave a su futuro, lo que para algunos era un tema cualquiera, para el debía ser el tema ideal, lo que para algunos era trabajo, para él era su vida.-Terminó aquel hombre.
Y al final… ¿Sobre que escribió? –Demasiado asombrado para contenerse
Podría decirse que no hizo más que soñar sobre el papel.
Así el anciano se levantó,
dejando sobre la mesa la hoja que antes releía. Era el relato que Javier Guerrero
presentó al concurso, el mismo que lees en estos momentos. Se alejó de una forma
enigmática entre la oscuridad. Por un momento el chico pensó que nunca llego a
aclarar si su amigo había ganado realmente el concurso, a esas alturas se
quedaría sin saberlo, abrió el relato y lo leyó con asombro.
De lo que no cabía ninguna duda era de que Javier había conseguido cumplir sus sueños. Si no… ¿por que habría el de perder una preciosa tarde de domingo?
De lo que no cabía ninguna duda era de que Javier había conseguido cumplir sus sueños. Si no… ¿por que habría el de perder una preciosa tarde de domingo?
1 comentarios:
Felicidades a Javier, tiene dosis de intriga, drama,...
Saludos desde el Güertu
xUrdE
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