Intenso fin de semana político en Europa, con varias citas en las urnas que resultaron en un giro a la izquierda de Reino Unido, Francia, Grecia y Alemania. Cabe suponer que estamos ante el inicio del fin de las políticas conservadoras dominantes en Europa y que están costando el empobrecimiento de muchos ciudadanos de la Unión, junto con recortes en el estado del bienestar y merma de derechos hace tiempo conquistados y que creíamos inamovibles. Políticas que se basan en un brutal frenazo de las inversiones y nos han sumido en la depresión económica, donde lo que prima son ayudas millonarias a las entidades financieras como última esperanza de que no se hunda todo el tinglado, con un pánico atroz a subir los impuestos a quienes más tienen e hicieron su fortuna en la época de vacas gordas… a menudo mediante las practicas poco escrupulosas que ocasionaron la actual crisis.
Evidentemente se necesita frenar el gasto desenfrenado y mejorar la gestión pública, sobretodo es necesario cambiar la mentalidad de muchos políticos del sur de Europa, políticos más interesados en servir a sus propios intereses o a los de sus partidos que a los de la comunidad. Situación de la que cada vez más ciudadanos son conscientes y puede acabar desembocando en un peligroso crecimiento de la extrema derecha, como hemos visto en Francia y en Grecia; esta tendencia debe frenarse con políticas serias desde la derecha, ya que una gran parte nace de su electorado, pero también desde la izquierda que debería aportar otro tipo de alternativas.
De momento espero que estos resultados electorales vayan a traer consigo un renacimiento de políticas progresistas, que vaya cuajando una alternativa sólida que frene el aumento de la pobreza y salve todo lo salvable del estado del bienestar. Que los ricos no se hagan cada vez más ricos a costa de la desesperación de la gran mayoría.
Pase lo que pase, este fin de semana ha supuesto una bocanada de aire fresco en Europa. Mucha suerte a Hollande, que será la suerte para muchos europeos.