Los continuos casos de abusos a menores por los curas católicos, que afloran a diestro y siniestro, son terriblemente repugnantes y están poniendo al Papa en una situación insostenible, al Papa y a la propia Iglesia Católica.
Que estos abusos existían ya se sabía desde hace tiempo, pero bien por miedo, vergüenza o presión social, no salían a la luz. Hace unos años esta situación empezó a cambiar en Estados Unidos y Australia, cuando se dan a conocer miles de casos de niños víctimas de abusos sexuales por parte de los curas que dejan al descubierto ese submundo turbio y violento. La reacción de la Iglesia Católica es intentar esconderlo y proteger a los culpables, pagando grandes sumas de dinero a las víctimas para intentar comprar su silencio. Es especialmente significativo su comportamiento con Marcial Maciel, fundador de la organización fundamentalista Guerrilleros de Cristo y a quien algunos incluso querían canonizar ¿Su castigo por los incontables casos de los que era culpable? Irse discretamente a un convento. Por cierto, en aquella época la cabeza de la Congregación para la Doctrina de la Fé, departamento eclesial encargado del encubrimiento de los curas pederastas y antes conocido con Inquisición, no era otro que el hoy Papa Benedicto. Supongo que eso tendrá mucho que ver con el nerviosismo que se ve estos días.
La marea de denuncias llega a Europa y es especialmente dura en Irlanda, un país profundamente católico, donde el propio estado se hace cargo de las indemnizaciones (no sé por qué, la verdad ¿Puede que los abusos se diesen en centros concertados tipo los españoles?). En Alemania aparecen víctimas no sólo de abusos sexuales, sino de brutales maltratos físicos y la zona más castigada es... ¡sorpresa! La que fuera diócesis de nuestro amigo Benedicto. Parece que el gobierno alemán no es tan colaborador como el irlandés y su decisión de defender los derechos de las víctimas, no los privilegios de la Iglesia, es lo que provoca que el escándalo tome dimensiones de noticia mundial.
Esperemos que, ahora ya y en serio, la Iglesia Católica afronte este gran cáncer que la corroe y no se quede en disculpas con la boca pequeña, echarle la culpa al maestro armero o, lo que ya es el colmo del cinismo, a las propias víctimas.
Por cierto, a ver cuando salta aquí el escándalo por los muchos casos que seguro hay ¿O es que la Iglesia Católica tiene bula en España?