El Gobierno nos acaba de enviar un recado bastante desagradable con la forma de subida de impuestos. Subida, además, del IVA y el IRPF, es decir una subida especialmente dura para los que vivimos de una nómina, los que más estamos sufriendo la crisis viendo peligrar nuestro trabajo o empeorando las condiciones de los afortunados que lo conservamos.
Naturalmente las rentas más altas salen bastante bien paradas, como es habitual. Se siguen manteniendo los chiringuitos financieros, que cotizan un magro 1% por el simple hecho de agradecerles que no se marchen con la pasta a las Islas Caimán (o cualquiera que sea el paraíso fiscal de moda). Tampoco olvidemos que hace muy poco se suprimieron impuestos a grandes fortunas ni que los futbolista tributan en España mucho menos que en cualquier otro sitio.
Tampoco olvidemos esos regímenes fiscales especiales que tienen el País Vasco o Navarra, heredados de la época de Franco, gracias a los cuales estas comunidades no aportan ni un euro a la caja común de Hacienda. Eso sí: no le hacen asco a la enorme cantidad de dinero que reciben del Estado en inversiones o diversos servicios. Una discriminación flagrante para el resto de los españoles.
Lo que parece que tampoco se ha planteado el Gobierno es rebajar la deuda controlando el gasto corriente, que es enorme y, en muchos casos, no destinado a nada necesario para la correcta gestión del país: campañas publicitarias inútiles, exceso de personal, gastos burocráticos, alquiler de edificios, sueldos exagerados de políticos y altos cargos, pluses a algunos funcionarios, escandalosas ampliaciones de presupuestos en las obras públicas, subvenciones sin justificación real...
Tomarse en serio el ahorro iba a disminuir el déficit del estado considerablemente, pero también sería necesario acentuar el rigor y la transparencia en la gestión.
En fin, cuando estemos pagando un 18% de IVA recordemos que el déficit se generó por las ayudas a Bancos y empresas privadas para salvarlos de su propia mala gestión. Seguro que eso nos sube mucho la moral.
Quedo esperando, sin mucha esperanza, que el Grupo Parlamentario Socialista mejore considerablemente su propuesta de Presupuestos para 2010 y saque adelante unos presupuestos donde se de auténtica prioridad a la solidaridad y el gasto social