Puede que sea muy ingenuo pero sigo pensando que la mayoría de los políticos desarrollan su labor con honradez (alguno incluso con eficacia), pero los continuos casos de corrupción que están aflorando hacen muy difícil convencer a nadie de esta honradez.
Aunque al lado de enormes montajes como la trama Gürtel el Caso Marea parece pecata minuta, a mí me duele muy especialmente por pura y dura cercanía. Durante unos cuantos años viví muy de cerca la administracion del Principado de Asturias y conocí personalmente a varios de los implicados, la idea de que estaban embarcados en actividades corruptas me produce una tremenda inquietud, que casi hace tambalear mi confianza en la honradez generalizada. Un desasosiego que no siento al leer la andanzas de Bárcenas, el Bigotes o compañía que para mi solo son personajes de noticias desagradables e indignantes pero sin conexión personal.
Mi patológico optimismo me lleva a esperar que de los casos de corrupción en el Principado de Asturias salga algo bueno, debería servir para que se revisen los mecanismos de funcionamiento administrativo que permitieron estos desmanes, que aumente el control y el rigor en el manejo de los dineros públicos. Puestos a esperar también espero, contra toda esperanza, que cada vez que se descubran prácticas ilícitas sean los partidos políticos los primeros en exigir una investigación a fondo, sin intentar acallarlo ni ocultarlo, presionando a los jueces para que sean rigurosos y no para que miren hacia otro lado.