La verdad es que tenemos pocas alegrías en estos tiempos que nos tocó vivir, pero nos quedaba el consuelo de alegrar el fin de semana con un partidín, viendo jugar al Sporting, viendo las maravillas futboleras del Barcelona o viviendo uno de esos chutes de alegría generalizada que nos ofrece la Selección Española. Las innegables virtudes del fútbol como antidepresivo para la sociedad española.
Pero estas escasas alegrías que nos quedan nos las está fastidiando el sindicato de jugadores de fútbol, al convocar una huelga para las dos primeras jornadas de liga. Parece ser que se deben unos 50 millones a 200 jugadores de 1ª y 2ª, una reivindicación aparentemente muy justa pero a la que se une la pretensión de que los clubes contabilicen el tiempo que los jugadores están con la Selección como días trabajados y no como días de vacaciones, lo que ya no es tan comprensible si se recuerda que los seleccionados cobran cantidades importantísimas por participar en la Selección.
Si hay una cuestión que fútbol español deba afrontar con urgencia, es su completa reestructuración en el terreno económico. Es insostenible que los clubes de primera deban 3.700 millones de euros, con unos ingresos anuales de 1.600 millones. Vamos, que el fútbol español está en quiebra y si se mantiene en pié es gracias a su impacto social, impacto social que es la mejor presión frente a las autoridades políticas. Pero esta situación tiene que terminar y, a lo mejor, la huelga es el detonante que provoque la quiebra del fútbol español tal y como lo entendemos hoy, comportándose como si fuésemos un país de ricos y viviendo por encima de sus posibilidades. A pesar de las colas para sacar los abonos de esta temporada que los jugadores nos han retrasado.
Según escribo esta entrada los jugadores están reunidos con la Liga Profesional de Fútbol, así que es posible que haya un acuerdo no tardando mucho, a ver si el domingo podemos volver a disfrutar de uno de nuestros vicios preferidos aunque, la verdad sea dicha, el primer día lo aguantamos mejor de los previsto ¿Correremos el riesgo de desengancharnos?