Los veranos de una vidaLos veranos forman parte de las vivencias, casi siempre positivas, de la historia de las personas. Es un periodo del año guapo, con mucha luz, días largos, más tiempo libre y una actitud más positiva y despreocupada. Una estación que a mí siempre me encantó y siempre me trajo imágenes especiales de alegría y alguna melancolía.
Aunque uno es nacido y medio criado en la Cuenca, más concretamente en La Felguera, gran parte de los veranos de mi infancia y adolescencia transcurrieron en Gijón, eso sí: después de las fiestas de San Pedro. Son veranos de recuerdos de una buhardilla alquilada por mi familia en el edificio de la Sidrería Menéndez, ya desaparecido. Recuerdos de tardes en Begoña, la Tómbola Benéfica; el Dindurra con sus camareros históricos: Pepe, Félix, Miguel... donde acompañaba a mi tío Luis Granda, gran jugador de dominó y escuchaba las interminables discusiones de fútbol y toros, aunque siempre me parecía muy extraño eso de hablar de toros en Gijón. También recuerdos de la pandilla de amigos y los numerosos futbolines de la zona donde, entre otras cosas, empecé a conectar con la música de la época que sonaba en aquellas máquinas simples pero eficaces. La playa, los fuegos artificiales, la Feria de Muestras, el hípico y los abonos "de baberu" con el anuncio de Unipan, la señorita Zendrera y el Capitán Valenzuela que eran los que ganaban y nos aseguraban el Kas de naranja
Veranos con los tíos en la calle Santa Doradía, frente al garaje Asturias. Otros veranos en Cimadevilla o el Alto Santa Olaya, veranos de pesca a terraza. Veranos para recordar siempre, pasados en una ciudad maravillosa para vivir siempre y más en verano. Una ciudad perfecta para pasear, jugar, divertirse...
Lo curioso de la historia es que cuando tenía 20 años, por circunstancias de la vida y sobre todo de la política, me tocó gestionar y dirigir como Concejal del Ayuntamiento de Gijón muchas de las actividades e instalaciones que tenía como espacios vedados en mis veranos infantiles. Ahora, como responsable de la cosa, intentaba que nadie se colase en Las Mestas o la Plaza de Toros, cuando no muchos años antes era yo mismo el que se intentaba colar. O participaba en la expropiación del Teatro Jovellanos cuando me había parecido tan inaccesible. También recuerdo cuando Fernando "el Chopa" -por cierto, gran gestor- me perseguía cada vez que me colaba en el Club Natación Santa Olaya, preludio a los muchos años de colaboración con esa entidad en mis tiempos de responsable de los deportes.
Aquellos primeros años de concejal fueron apasionantes y repletos de inicios de proyectos, era una época de grandes cambios. En el verano del 80, en Junio, nada más llegar de la mili me incorporé al Ayuntamiento y el Alcalde José Manuel Palacios, hombre muy serio y discreto, decidió que como era el concejal más joven me encargara de Juventud y Festejos. Mi primera responsabilidad sería hacerme cargo de un proyecto, que estaba aun verde, para poner un toldo en la Plaza Mayor. La realidad era que estaba muchísimo más que verde, pero salió adelante y el Entoldado de la Plaza Mayor nos proporcionó cuatro veranos sensacionales, en los que vimos desfilar grandes actuaciones, nacionales e internacionales, que en aquél Gijón de los primeros 80 parecían increíbles. El humilde Entoldado fue lo que encendió el interés por las actividades culturales y demostró la necesidad de tener espacios mayores y mejores. En los años posteriores el reguero de actividades se extendió a Las Mestas, El Molinón, el Pabellón de La Arena; después se expropió y rehabilitó el Teatro Jovellanos y se empezó a utilizar el Palacio de Deportes. También el Teatro de la Universidad Laboral y el Patio, empezando por aquellos Encuentros de Juventud de Cabueñes, los del "Aterriza como puedas", que reunían a 3.000 jóvenes en una experiencia impresionante de debate abierto.
Veranos con una gran actividad festiva y cultural. Conciertos memorables como los de Tina Turner, Bruce Springsteen, Rolling Stones, Prince, Pavarotti y un largo etcétera, además de importantes orquestas de música clásica o los mejores del jazz o el blues. La exposición Astures y el Elogio del Horizonte. Veranos intensos, verdaderos "Tour de Force". Muchas noches sin dormir (por trabajo o no) que merecieron la pena. Todo era nuevo y había que empezar cada día, improvisar con pocos medios y muy poco dinero. Había que conseguir superavit en un concierto para poder mejorar los Fuegos, financiar buenas actuaciones en la Semana Grande o ampliar el programa con el Festival de la Sidra o el Restallón. En fin, veranos gijoneses igual de intensos que cuando era un guaje
Algunos años más tarde, ya en la Dirección General de Deportes del Principado de Asturias, me encontré retomando el Descenso del Sella después de alguna desastrosa experiencia etílica a eso de los 17 años. También aterrizando en la organización del Día de Asturias, que me "tocó" por mi experiencia festera en Gijón. Y sobre todo los recorridos por Asturias para ver a gente del deporte y de los ayuntamientos, lo que me permitió conocer la Asturias veraniega y a muchas buenas personas. Todavía hoy, un año después, me acuerdo mucho de todos ellos y una de mis grandes satisfacciones es saber que muchos también me recuerdan con afecto... aunque ya no dé subvenciones.
Y ahora que dejé la política institucional (o ella me dejó a mí) y sólo me dedico a la política de a pié, el verano sigue siendo intenso, atractivo y especial. Este del 2008 es un verano con muchos acontecimientos: la crisis económica, las olimpiadas (que me prestó mucho la medalla de Samu y seguro que no será la última de los olímpicos asturianos), un pequeño paseo por Jove y la sangrienta guerra de Georgia. Como para aburrirse. Un verano para retomar amistades, para ver y leer, para pasear, para disfrutar de la luz, de los Festejos, los Fuegos Artificiales, la Feria de Muestras... la eterna Feria de Muestras...
También un verano para hacer un blog con la colaboración esencial de mi sobrino Javier,
http://daniel-reflexiones.blogspot.com/, tomando como hilo conductor el tren de El Carreño que me lleva al que es mi puesto de trabajo desde que tenía 14 años en Arcelor Mittal.
¿Qué decir del verano en Gijón aparte de que es un paraíso (laico, eso sí)? En verano y el resto del año