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viernes, 5 de agosto de 2011

Sueños de Tinta

Como parte de las celebraciones del tercer aniversario del blog, hoy incluimos un relato escrito por mi sobrino Javier Guerrero que presento el año pasado a un concurso literario y cuya acción se sitúa en el café Dindurra.


En el café Dindurra de Gijon de este mayo de 2073 todo se respiraba como cualquier tarde de domingo en un lugar así, entre los grupos de señoras que pasaban interminables tardes ante un café, un hombre de rostro sereno se sentaba al fondo de la sala. Sus ojos se hallaban perdidos entre las palabras que la tinta había grabado en aquella hoja de papel que tanto miraba, no sin cierta tristeza, mientras esperaba a su invitado. “Café Dindurra” se repetía. “Cuanto me habló él de éste lugar”.

Mientras todas estas reflexiones cruzaban su cabeza, la silueta de un hombre joven se acercaba a ritmo acompasado por las encantadoras calles del centro. En su mano, una libreta; su fiel compañera, que portaba como si todos los secretos del universo estuvieran escritos en sus hojas y temiera perderlos. Pronto se detuvo frente a las puertas de aquel antiguo café, que seguía igual que a principios de siglo, como si el tiempo se hubiese congelado.

Sus ojos se movieron con precisión en busca de un rostro que encajara con la descripción de la persona a la que buscaba, la persona a la que debía entrevistar como buen periodista que era. Antes de dar un paso abrió aquel cuaderno al azar y su estilográfica dejó caer una lluvia de pensamientos… “5 de Mayo, Gijón, el Café Dindurra y este anciano… ¿Qué tiene esto en común? Muy fácil, la respuesta es Javier Guerrero, el conocido escritor.”


A medida que preguntas y respuestas comenzaban a surgir, las palabras cubrían una página tras otra llenándolas de historias, de vida. Lo que empezó siendo una simple entrevista se estaba convirtiendo en algo más. El joven periodista pronto dejó de estar allí solo por obligación, empezó a sentirse fascinado, y su entrevistado, a cada pregunta revivía un nuevo y emocionante recuerdo que llevaba mucho tiempo durmiendo en su cabeza de anciano.

Miró con cautela dos mesas adelante, en las que un hombre se encontraba totalmente inmerso en la lectura de una novela, y, a pesar de que su vista era la propia de la edad de setenta y ocho años, aquella portada era imposible de olvidar.

Le hizo un gesto de complicidad a su entrevistador, quien entendió perfectamente el mensaje: estaba leyendo uno de los libros de “esa persona” que les había llevado allí aquel día. Recordó algo que, tiempo atrás, su amigo Javier, le había dicho y lo compartió: “Un libro tiene dos historias: aquella que está escrita sobre el papel y la que envuelve al libro, que, en ocasiones, es incluso más fascinante que la propia novela”.

Esas palabras resonaron en su cabeza como si su amigo ausente las hubiera pronunciado allí mismo, y un largo y triste silencio se apoderó del café en el que ya eran los únicos clientes en una noche fría y melancólica. De pronto, el joven periodista dejó de lado su libreta olvidándose del reportaje y empezó a vivir aquella historia, que incluso los camareros intentaban escuchar con poco conseguido disimulo.
Tráeme otro café- Dijo el anciano – Lo necesitaré si quiero terminar.
La “otra” historia de aquel libro era la historia de su amigo Javier, el famoso escritor cuya vida había acordado contar al joven periodista.

Javier siempre había soñado con escribir. Con tan solo 13 años, ocurrió algo realmente decisivo, aquella oportunidad: en 2010, un prestigioso concurso de jóvenes talentos, en el que puso todas sus esperanzas. A partir de ahí su mundo cambió, escribió cantidad de relatos que, hoy en día, se llegaron a considerar grandes obras. Toda su ilusión, su energía, sus ideas estaban depositadas en ese concurso, durante unos meses ese fue para él el mismo centro del universo.

Tenía muchas ideas pero ninguna le parecía lo suficientemente buena.
Lo que para otros era una una forma de subir nota en Lengua y Literatura para él era la llave a su futuro, lo que para algunos era un tema cualquiera, para el debía ser el tema ideal, lo que para algunos era trabajo, para él era su vida.-Terminó aquel hombre.
Y al final… ¿Sobre que escribió? –Demasiado asombrado para contenerse
Podría decirse que no hizo más que soñar sobre el papel.
Así el anciano se levantó, dejando sobre la mesa la hoja que antes releía. Era el relato que Javier Guerrero presentó al concurso, el mismo que lees en estos momentos. Se alejó de una forma enigmática entre la oscuridad. Por un momento el chico pensó que nunca llego a aclarar si su amigo había ganado realmente el concurso, a esas alturas se quedaría sin saberlo, abrió el relato y lo leyó con asombro.


De lo que no cabía ninguna duda era de que Javier había conseguido cumplir sus sueños. Si no… ¿por que habría el de perder una preciosa tarde de domingo?



1 comentarios:

Felicidades a Javier, tiene dosis de intriga, drama,...

Saludos desde el Güertu

xUrdE