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viernes, 18 de mayo de 2018

Pablo e Irene se compran un casoplon como cualquier parejita de su edad.

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Puede ser hasta divertido. Tras dar lecciones a diestro y siniestro, señalar la virtud incansablemente y erigirse en árbitros de la ética politica, Irene Montero y Pablo Iglesias se compran un chalet en la Sierra donde criar a sus gemelos rodeados de aire limpio, paz y tranquilidad. No se compran un cuarto sin ascensor en un barrio vibrante de multiculturalidad donde sus niños crezcan con el privilegio de la diversidad. Un chalet en la Sierra, rodeado de colegios públicos y privados de primer nivel con potentes proyectos educativos, no una escuela de barrio donde sus gemelos crezcan en contacto con niños de diferentes orígenes y culturas. Por la buena marcha del negocio, supongo que los gemelos iran al colegio publico aunque sean tan elitistas como los privados.
Que no se me interprete mal, todos vivimos lo mejor que podemos en cada circunstancia vital y si estos dos disfrutan de un buen nivel de ingresos lo lógico es que vivan en su burbuja de gauche divine sin mezclarse con el populacho. El problema es que no se han cortado un pelo en dar lecciones a diestro y siniestro para que al final resulten ser unos hipócritas de tomo y lomo

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