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martes, 18 de septiembre de 2018

Bronca por una bandera en Oviedo.


En el asunto este de la bandera española de Oviedo hay que tener en cuenta dos consideraciones previas: lo primero es que fue en la calle del Rosal y lo segundo que es San Mateo. Estos dos factores podrían explicar todo el affaire, pero vamos a hacer que como que nos lo tomamos en serio. Quien colgó la bandera de su balcón tiene todo el derecho a hacerlo, puede gustar mas o menos, algún vecino le puede retirarle el saludo, otro vecino puede colgar una bandera republicana...pero tiene todo el derecho a colgar SU bandera en SU balcón. Quienes se subieron al intentar quemarla y destrozarla no tenían ningún derecho para ello, con total independencia de hacia donde se inclinen mi simpatías políticas. Distando mucho de ser abogado me parece que los antibandera podrían ser denunciados por el dueño de esta y del el balcón, quizá también podrían denunciarlos los que estaban debajo si consideraron que se los puso en peligro, pero no tiene ningún sentido denunciarlos por quemar una bandera española, simplemente por eso. Curiosamente los campeones mundiales del patrioterismo, los estadounidenses, consideran que quemar su amadisima bandera es un legitimo ejercicio de libertad de expresión, no vendría mal pensar sobre ello.
Hay que extender al derecho de expresarse libremente de quienes no coinciden con nosotros. Si tu quemas cualquier tipo de bandera vas herir los sentimientos de quienes se sientan representados por ella, pero eso es lo que se busca con actos así ¿No? tengo la impresión de que muchos de los berenjenales ideológico-políticos, en los que nos vemos metidos tan a menudo ahora, vienen de creer que tenemos el derecho inalienable a que nadie hiera nuestros sentimientos, pero resulta que a lo largo de la vida todos vamos a encontrarnos con nuestros sentimientos heridos e incluso ofendidos, eso no nos da la razón, tampoco nos convierte en victimas, eso nos hace personas con relaciones sociales normales y corrientes. Recuerdo que cuando era pequeño se nos decía que no hay mayor desprecio que no dar aprecio, sigo pensando que mucha mejor opción que el perpetuo victimismo y la permanente ofensa en los que vivimos ahora

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