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viernes, 3 de febrero de 2012

¿Será éste el Congreso de las nuevas ideas?

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Este fin de semana solo 956 de los 222.000 militantes que tiene el PSOE elegirán al nuevo Secretario General del partido, decidirán la estructura organizativa y marcarán la línea ideológica para los próximos años. Todo ello bajo el peso de dos graves derrotas electorales: en las elecciones municipales y autonómicas de mayo y en la generales de noviembre, que supusieron un completo descalabro con la pérdida de poder en todas las autonomías y ayuntamientos importantes, así como el abandono de 4 millones y medio de votantes. Descalabro que, naturalmente, no llevó aparejado el más mínimo atisbo de autocrítica entre sus responsables.

Lo que a cualquier militante le cabría esperar de este Congreso es una renovación de las ideas que vuelva a acercarnos a las preocupaciones de los ciudadanos: el empleo, la sanidad, la educación, la lucha contra la corrupción… Al tiempo que analiza que cambios debería experimentar el propio partido para suprimir ciertas formas de hacer política que pueden resultar demasiado cercanas al clientelismo, corruptelas e incluso corrupciones; prácticas que provocan la desconfianza de los ciudadanos hacia todo lo que suene a política y crean una casta de políticos-funcionarios únicamente preocupados por recibir un buen sueldo cada mes, dispuestos a hacer lo que sea en el partido para mantener su estatus, algo muy beneficioso para su economía pero muy perjudicial para el propio partido y para los ciudadanos que representan.

Yo espero que el Congreso sirva también para democratizar las estructuras internas del PSOE, que en el año 2012, tras más de 30 años de democracia y con la que está cayendo solo 956 militantes elijan al Secretario General me parece un completo sinsentido. El Secretario General del PSOE, así como los candidatos a los ayuntamientos y las autonomías, deberían ser elegidos democráticamente por todos los militantes. Hasta ahora todas esas decisiones son tomadas por un puñado de personas integradas en el establishment del partido y que deciden en función de sus propios intereses, creando un fortísimo núcleo de poder que todo lo domina y todo lo controla. El que no aplaude entusiásticamente “no sale en la foto” y quedará automáticamente excluido, excluido incluso de poder ser miembro de la mesa en una reunión de la sección de su barrio ¿La discusión ideológica? La discusión ideológica se escamotea a los militantes y se traslada a Fundaciones externas. Ojalá que con el Congreso se abra el partido a la participación de los militantes; que la discusión, la discrepancia y el diálogo se vean como normales y enriquecedores. Ojalá se abra un debate sereno y sin prisas sobre el presente y el futuro del partido en el que puedan participar todos los militantes, que no sea el Congreso donde los responsables de la derrota electoral pretenden repartirse los restos de poder de prisa y corriendo.

Como la abrumadora mayoría de los miembros del PSOE no tengo pito que tocar en la elección del Secretario General, pero si pudiese votar entre los dos candidatos votaría por Carme Chacón ya que me parece más próxima que Rubalcaba a mis ideas de como debería ser el partido, ideas de democratización interna, transparencia y volver a estar con los ciudadanos y sus intereses. Aunque Chacón no sea el futuro, Rubalcaba es el pasado y en caso de ganar cerraría aun más el partido a los militantes y la sociedad. Necesitamos empezar ya a reflexionar con toda la calma necesaria sobre lo que pinta un partido socialista en la Europa de 2012 para, en función de los resultados de ese debate, renovar a las personas para intentar que el PSOE vuelva a ser el partido abierto y dinámico que siempre fue, no un triste lugar donde reunirse de vez en cuando sin ninguna capacidad de decisión, no una organización donde la discrepancia esté penalizada con la máxima contundencia. Hay que salir de los muros de las Casas del pueblo, salir a la calle, estar presentes en Internet (de verdad, no con cuentas fantasma que solo funcionan en periodo electoral), dejar de ser palmeros de los compañeros en el poder; también invitar a las reuniones y asambleas a simpatizantes y a expertos que puedan aportar nuevas perspectivas, sin pavor a cualquier cosa que no suene a oficialista.

Este Congreso tiene que ser el punto de partida para empezar a recuperar el tiempo perdido, para hacer que la inevitable travesía del desierto que nos espera sirva para rejuvenecer las ideas y democratizar las estructuras, para abrir el partido a la sociedad y no para cerrarlo aun más esperando que escampe. Aun no he perdido las esperanzas de este sea, a pesar de todo, un buen Congreso

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