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lunes, 3 de abril de 2017

Los tuits de Cassandra.



Estos días anda el patio alborotado porque se ha condenado a una tuittera a 1 año de prisión, algunos de sus tuits sobre Carrero Blanco se consideraron como una humillación a las víctimas del terrorismo. Así en frió muchos pensamos que era una autentica barbaridad, que las victimas del terrorismo merecen todo el respeto pero un chiste no merece la cárcel por muy cruel que sea. Nada más conocerse la condena muchos la defendieron a la autora apelando a la libertad de expresión y alguno de nuestros políticos más viscerales se rasgaron las vestiduras porque se fuese a arruinar la vida de una pobre chica. Poco a poco fueron apareciendo más tuist de Cassandra -que es el nombre de la tuittera- y quedó claro como el día que la "pobre chica" era un mal bicho que rezumaba veneno, alguien que se había alegrado de desgracias ajenas y deseado la muerte de quienes no gozaban de sus simpatías. La opinión pública empezó a cambiar y las simpatías hacia la "pobre chica" fueron menguando, sus paladines cambiaron entonces el discurso y achacaron las críticas a pura y dura transfobia. Yo creo que es todo mucho más sencillo, la libertad de expresión es uno de los grandes pilares de una sociedad democrática y debe amparar incluso a los malos bichos que rezuman veneno, sus únicos límites deberían de ser los clásicos: que se cause daño físico a alguien. Otra cosa es pretender que se sienta simpatía por la tal Cassandra, desde luego no seré yo quien la apoye ni la defienda, porque me parece una mala persona, pero defenderé a muerte su derecho a seguir diciendo barbaridades.

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