En los últimos días se desarrollaron numerosas protestas a lo largo de todo Irán, desencadenadas por la pésima situación económica, acaban abordando criticas políticas al régimen de los ayatolas. Ayer el Líder Supremo de Irán Ali Jamenei ( no es broma, realmente se llama así) anuncio que las protestas habrían finalizado, no se si eso es cierto porque siguen llegando vídeos que dicen lo contrario, pero si que han dejado muchos muertos en las calles y ni se sabe cuantos miles de detenidos. En principio me siento inclinado a simpatizar con los manifestantes ¿Como podría no? Protestan contra la corrupción y que el Gobierno de Irán se este gastando el dinero en apoyar a organizaciones extranjeras mientras los iranis viven peor, reclaman libertad y democracia sin el yugo de la tiranía teocratica que les gobierna, pero lo siento: no me fió. Hemos visto como acabaron todas las primaveras árabes, por desgracia es una zona del mundo donde no se les parece darseles muy bien eso de la democracia. Pero hay un grupo de manifestantes que si tienen mi apoyo, mi simpatía y mi solidaridad absoluta: las valientes mujeres que se arrancan los velos hartas de humillaciones y de sumisión, las mismas mujeres o sus hijas que ya tuvieron el valor de protestar multitudinariamente contra la vestimenta islamica que les impusieron los ayatolas cuando llegaron al poder. Aquellas mujeres pagaron un precio muy alto como estaran pagando las de ahora, pero mientras que ellas existan habrá una esperanza de que Irán sea un país civilizado algún día. Mientras. tanto una parte muy importante de la izquierda occidental, feministas incluidas, miran para otro lado intentando no enterarse de estas interferencias en su narrativa.
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