¿Y por qué no tener "Satisfaction"? y 4ª parte

Finaliza aquí la saga stoniana en Gijón. Me alegra mucho saber que unas cuantas personas han disfrutado de esta excursión por los vericuetos de la memoria

Y la fiesta se desató de golpe a las 10 de la noche del día 22 de julio de 1995. El concierto se desarrolló en un monumental escenario diseño del genial Mark Fisher, con unas medidas gigantescas, unos efectos alucinantes y coronado por una cobra que escupía fuego. Los Stones tocaron todos sus clásicos y ofrecieron a los casi 47.000 espectadores que había dentro de El Molinón y a los 15.000 que lo escuchaban desde fuera una experiencia para recordar durante toda la vida. Lo cierto es que yo sólo pude ver una parte del concierto porque... imagínense la escena: los Stones tocando en Gijón y yo sentado en un rincón con Michael Kohl, uno de los más importantes empresarios de la industria del ocio de Estados Unidos, discutiendo de cuestiones tan
trascendentales como quien iba a pagar la gasolina. Gajes del oficio.

En fin, el concierto fue increíble y la fiesta siguió durante toda la noche por las calles de Gijón. . Un acontecimiento que, además de un gran sabor de boca dejó al Ayuntamiento de Gijón un beneficio de 30 millones de pesetas. Se intentó hasta el último momento hacer un segundo concierto y estuvimos a punto de conseguirlo, pero lo frustró una oferta multimillonaria de Budapest.

El desmontaje del escenario y otras instalaciones se finalizó el 25 de julio y fue otro gran éxito, aunque menos visible para el gran público, ya que se concluyo sin problemas ni contratiempos.

En el año 98 se intentó repetir la magia con un concierto de la gira Bridges to Babilón, pero ya no fue lo mismo. La gira no estaba funcionando nada bien en Europa y en Gijón, dos semanas antes del concierto, se llevaban vendidas 9.000 entradas; una situación muy similar se daba en París y Milán que eran los conciertos siguientes. Justo en ese momento a Keith Richards se le ocurre subir al quinto piso de su gran biblioteca particular y se cae, vaya, pobre. Los representantes de los Stones deciden suspender el concierto y dos días después ya habían devuelto el dinero que el Ayuntamiento les había pagado. Lo curioso es que con las variaciones que se habían producido en el valor del dólar entre que el Ayuntamiento paga y los Stones lo devuelven, se ganan casi 3 millones de pesetas que se invirtieron en la mejora del Teatro Jovellanos. Una pena no poder revivir la maravillosa experiencia de tres años atrás pero, al menos, no ocasionó problemas ni pérdidas millonarias

Y aquí están, algunos recuerdos de mi pequeña historia con unos grandes como son los Rolling Stones

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